martes, 2 de septiembre de 2008

La Insoportable Levedad del Ser




"¿Qué buscaba en ellas? ¿Qué era lo que le llevaba hacia ellas? ¿No es el acto amoroso la eterna repetición de lo mismo?
No. Siempre queda un pequeño inimaginable. El carácter del -yo- se esconde precisamente en lo que hay de inimaginable en el hombre. Sólo somos capaces de imaginarnos lo que es igual en otras personas, lo general. El -yo- individual es aquello que se diferencia de lo general, o sea, lo que no puede ser adivinado ni calculado de antemano, lo que en el otro es necesario descubrir, desvelar, conquistar.
Si se pudiera expresar con números, hay entre ellos una millonésima de diferencia y novecientas noventa y nueve mil novecientas noventa y nueve millonésimas de similitud. Tomás está poseído por el deseo de apoderarse de esa millonésima diferencial que distingue a una mujer de las demás mujeres.
Por supuesto, podemos preguntarnos por qué buscaba esa millonésima diferencial precisamente en el sexo. ¿Es que no podía encontrarla, por ejemplo en la forma de andar, en los placeres culinarios o en las preferencias artísticas de tal o cual mujer?
Por supuesto, la millonésima diferencial está presente en todos los campos de la vida humana, sólo que en todos los demás está al alcance del público, no es necesario descubrirla, no hace falta el escapelo. El que una mujer prefiera el queso a las tartas y no soporte la coliflor, es también síntoma de originalidad, pero esa originalidad nos convence inmediatamente de que es superflua, inútil, y de que no tiene sentido dedicarle nuestra atención ni a buscar en ella valor alguno. Únicamente en la sexualidad la millonésima diferencial aparece como algo extraordinario, porque no está al alcance del público y es necesario conquistarla".
Milan Kundera

3 comentarios:

B. dijo...

Kundera... qué maravilla, esto me pone de buenas hoy.

dayanna* dijo...

Amo a Kundera, creo q es de las cosas que hacen valer el día de hoy.. después de tantas cosas mundanas que me atacan..

M* dijo...

NOS atacan...